Después de sufrir aproximadamente dos semanas de escasez extrema de olas, los rumores se esparcían de que se acercaba un buen oleaje, con protuberancias acuosas de dos metros y medio de altura siendo inexactos. Una buena nueva para toda la sociedad serfer ecuatoriana. Cada quien por su lado planificó sus viajes a las playas mas prometedoras, respecto a la dirección sur que tenía dicho oleaje.
Mi papá (leyenda viviente "terminator" "la roca" Tito Andrade) me propuso ir a Playas a surfear durante el día de hoy. Quedé con mi papá en salir hacia las tierras arenosas de El Pelado a las ochocientas horas de la mañana, pero debido a un retraso inesperado, salimos a las novecientas horas con treinta minutos. Viajamos en el carro de Jorge Baquerizo, buen pana de mi papá. Tal viaje lo disfrute con buena música proveniente de mi celular blackberry.
Al pasar el pueblo central de Playas y llegar al camino pedregoso que conduce a la playa de El Pelado, yo me encontraba algo nervioso ya que llevaba un tiempo sin practicar el arte de domar protuberancias acuosas y las olas estarían algo grandes. En fin, cuando llegamos a la playa mi papa soltó un grito de decepción -"uuuuh"- no había crecido el mar, todavía. Notamos que habían numerosos carros de otros surfistas que querían surfear las mismas olas y ya en el mar, otros 15 surfistas esperando las olas.
Mi papá y yo decidimos no esperar, sabíamos que las olas empezarían a aumentar de tamaño pronto. Nos preparamos para entrar al agua, sacamos las tablas de los forros y nos fuimos a calentar en la arena. Al terminar el estiramiento empezamos a caminar por la entrada al mar que habíamos escogido para llegar a la punta rocosa de dicha playa. El Pelado tiene varías entradas, cada una con sus ventajas y desventajas; nosotros escogimos una bien rodeada de rocas pero relativamente más tranquila, es decir, con menos probabilidades que te caigan olas ensima y la pases mal.
Poseidon no estaba de mi lado este día. Justo cuando empecé a remar, pensando en dirigirme a aguas más profundas y alejarme de las rocas, una ola tumbo me acorraló y no encontré posibilidad de pasarla sin tener que hacer 'patito'. Al hacer aquella técnica básica del serfing, sin mucho esfuerzo ya que podía raspar con las rocas mi tabla, la fuerza de la ola me empujo al fondo, empujandome contra una superficie rocosa afilada. El dedo de la 'mala seña' de mi mano izquierda se aplastó entre la roca y la tabla, cortandose ligeramente. Mi tabla sufrió un par de huecos mortales, por los cuales obviamente iba a succionar cantidades considerables de agua salada.
Al salir a la superficie, alcancé a mi papá y le conté el suceso inesperado. Una pequeña conversación de lamentación se realizó, concluyendo en que me quedaría surfeando nomas y después le quitaríamos el agua.Valió la pena la decisión, la gente al final se salió del agua y tuvimos un momento de coronación decente, cogiendo las olas que queríamos, mi papá y yo. Él también sufrió desgracias, cayendo sobre una roca en un mal cálculo al medir la distancia del 'inside', cortandose el brazo en la zona del triceps.
Salimos del mar, satisfechos de una buena sesión surfística. A comer ostras y cazuela, y de vuelta a Guayaquil.
Fin :)
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